Condormarca, más Allá del Río Marañón.

Trujillo 23 de Mayo, 2011 – viaje de Trujillo a Condormarca, Provincia de Bolívar, Departamento de la Libertad  Perú.


Ruta:
De Trujillo a Huamachuco
6 horas de viaje, Empresa de Transporte “Tunesa”, ubicado en la Av. Prolng. César Vallejo N° 1390
Precio del pasaje s/20.00 (esta empresa es recomendable, ya que es rápida, no hace muchas paradas)
De Huamachuco al paradero de las camionetas que salen a Calemar (ubicado en la Av. 10 de Julio, entre las cuadras 4 y 5)

Tomar mototaxi para llegar al paradero de las camionetas que salen a Calemar, precio s/.5.00

Para los que llegan temprano a Huamachuco, en esta misma cuadra se encuentra el Hostal Junior N° 420, el valor del cuarto es s/15.00 sin tv, con tv es de s/20.00, y con baño incluido es de s/30.00. El baño común del Hostal tiene agua caliente.
Frente a este hospedaje venden comida, es un restaurant, el precio de la cena es de s/4.00.
Tanto en la misma cuadra del Hostal y al frente se encuentran Boticas, Locutorios (el valor de las llamadas rurales es de s/0.50 – s/0.80), internets, librerías, de estos negocios hay muchos.

Las camionetas que van a Calemar no tienen Agencia y aparecen a partir de las 1:30 de la madrugada – el contrato de ellas (único transporte) se hace un día antes, estos son los fonos. Sr. Jara 948401024, Sr. Daza 947881919.

*si no se pudo hacer contrato, algunas veces se tiene suerte y se puede tener un espacio en la camioneta.

En la cabina de la camioneta cuesta s/30.00 y en la parte posterior (atrás) s/25.00 (soportando el frío, el maltrato del viaje y mucho polvo de la carretera, algunas son protegidas con toldos)

El cobro del equipaje varía de acuerdo al peso que ellos tientan, este puede ser s/10.00, s/20.00. etc.
Nuestro tiempo de viaje fue:
Tiempo de salida 2:30 a.m.
Tiempo de llegada 8:00 a.m.

El camino de Huamachuco a Calemar es afirmado, polvoriento, muchas curvas angostas, no deja de ser peligroso por los precipicios.

Cruzado el río Marañón todo Calemar y parte del camino que conduce a Condormarca el visitante es invadido por zancudos, es importante y necesario usar repelente. En Calemar en esta temporada el clima es caluroso, no hace falta ropa de invierno sino ropa ligera.

En este lugar no existe corriente eléctrica, las personas se alumbran o ven tv con la energía cargada de batería o panel solar, las calles son completamente obscuras se recomienda usar 1 buena linterna, en cielo despejado se puede observar un hermoso paisaje de estrellas en su totalidad, e incluso sus colores, usar telescopio es ideal.

El hospedaje, el valor del cuarto es de s/10.00 en casa de la Sra. Valentina Huaccha, ahí también a pedido del huésped puede preparar el desayuno, almuerzo y cena.

El almuerzo se consigue también en la entrada de Calemar cerca del río Marañón, su precio es de s/ 5.00 soles, este sólo es un plato de comida, no sirven ni sopa ni refresco, además de ello se ve un poco antigénico, hay muchas moscas y zancudos.

Miércoles 25 de mayo

De Calemar a Condormarca no existe taxis, ni mototaxis, ni colectivos; toda movilidad se hace por acémilas y caballos. El alquiler de la acémila es:
s/40.00 la acémila,
s/40.00 el arriero,
s/5.00 el pasto para la acémila, y
s/5.00 el plato de caldo para el arriero.
Total: s/90.00
Parece elevado, sin embargo el camino es muy accidentado, riesgoso, la acémila carga mucho peso, el arriero no bebe agua, no come, y todo el trayecto se va caminando y orientado a la acémila que a su vez conoce muy bien el camino. De manera que es muy justificado el valor del precio.

El camino de Calemar a Condormarca es bordear cerros, cruzar puentes de madera, pasar por orillas de caudalosos ríos… En algunos casos se ve muy peligroso para quien no esta acostumbrado y la deshidratación es Terrible si se va a pie debido a las cuestas con rocas y piedras (que fácilmente podría ser limpiadas) y esto es …AGOTADOR.

La gente de por ahí esta muy bien acostumbrada, puedes verlas simplemente caminando con su pequeño en su espalda y usar llanques.

Nosotros: el arriero Don Zacarías, Gladis y yo, partimos de Calemar a las 5:30 a.m. y llegamos a Condormarca a la 1:02 p.m. fueron 8 horas y media de resistencia física, cansancio y deshidratación -para ello recomiendo, si se atreven a viajar solos, hacer paradas de trecho en trecho con alimento y frutas- y aún si el viajero va montando la acémila es cansado y duele un poco la ingle, además de dar miedo por el peligro que corre si nunca en su vida ha montado.

Durante el viaje el arriero no se detiene para nada salvo algunas pequeñísimas y ocasionales paradas que hace la acémila para comer al paso o beber agua con justa razón por el pesado equipaje que carga.

La hora de partida de Calemar a Condormarca y viceversa es de acuerdo a como se hizo el trato con el arriero (un día o dos días antes es importante) salen a cualquier hora de la noche 12,1, 2, 3,… para los citadinos es mejor salir punto de 6 o 7 de la mañana.

Al margen del recorrido agotador, el paisaje es muy hermoso. La naturaleza nos regala impresionantes formas de cerros, montañas y un color excelente de cielo azul, nubes y vegetación -el sol es muy marcado, usar bloqueador y sombrero no gorra-

Condormarca es un pequeño pueblo con casas de techo a dos aguas típica de la serranía peruana, ubicada en la cima del cerro; por tal el clima es variante y marcado, frío y lluvia con garua muy fina. Sus calles son subidas y bajadas a distancias de 30 minutos como mínimo. Tiene energía eléctrica (aunque de intensidad un poco baja), sin embargo no entra las señales de celular ni menos de internet.

Las llamadas se hacen de teléfono fijo a Trujillo, se debe tener tarjeta si no, no podrás llamar.

El pueblo no tiene mercado, no tiene restaurantes, existen muy pocas bodegas o pequeñas tiendas, pero son muy caros.

El hospedaje que estuvimos se encuentra ubicada a una casa del Centro de Salud, es amplio y el cuarto se paga s/30.00 al mes incluido luz y un baño común para todos los huéspedes ubicado en el primer piso, en un rincón (este no es muy bien arreglado, se debe trapear después de bañarse ya que se moja todo el baño). El agua es FRÍA pero soportable.

El huésped debe traer su colchón y frazadas abrigadoras y todo lo que va a necesitar y podría necesitar, ya que aquí es difícil de comprar productos.

La gente es muy amable sin embargo nos advirtieron que en Calemar y Condormarca todo se llegan a enterar, de tu trabajo y de tu persona.

Por la altura del pueblo el Soroche es eminente, el frío que siente el cuerpo se refleja en los variados escalofríos, y el estomago empieza a arrojar todo lo que se pudo comer, la sensación del cuerpo es Horrible; después del viaje el cuerpo llega cansado y molido más el mal de altura es una sensación TERRIBLE…  (se recomienda llevar y tomar la prevención del caso).

Aquí en Condormarca los visitantes deben traer insumos para cocinar, pues nadie vende menú y es difícil encontrar comida, nadie quiere cocinar así les pague ya que están ocupados en su chacra.

Tanto en Calemar como en Condormarca la vida no es barata ni cómoda, sino más bien cara, -por la distancia en que traen los productos- el dinero que se debe traer, debe ser en sencillo ya que es bien difícil cambiar el dinero.

Nuestras pocas amistades que hicimos nos dicen las cosas buenas y malas de este lugar, por ejemplo el Dr. Yuri Minaya, único medico serumista, advierte que una mujercita no puede bajar sola en la noche porque es peligroso debe hacerlo en grupo o acompañada. En este pueblo no existe policías, en el segundo día que estuvimos (Jueves 26 de Mayo) escuchamos dos disparos…un amigo, Cesar, nos dijo: aquí uno no puede ser ni muy vivo ni muy tonto, así mismo nos conto la leyenda de “mamá tonga” en referencia la Cerro de mármol por las forma que adquiere de una madre con sus hijas y sus becerros, además del Camino Inca; un camino empedrado y que aun es transitado por los pobladores.

Todos los que viajaron en mulas nos aseguran que se han caído o fueron pateados, lo cierto es que sufrieron accidentes o muertes -es de entenderse por el accidentado camino-.

Para una enfermera serumista aquí la vida no sería tan fácil, la única movilidad para subir y bajar  (como le llaman) es a cualquier hora del día y de la noche -según sea la emergencia- tendría que hacerlo por acémila y arriero –el cual la enfermera debe pagar con su propio dinero ya que el pago no lo hace el Centro de Salud ni el paciente. Teniendo en cuenta sus gastos totales la cantidad de dinero que le sobraría seria muy mínimo…y en el peor de los casos hasta le faltaría.

Las cosas o productos para su estancia en este lugar no las conseguirá fácil, de manera que debe traerlos de su lugar de origen (Trujillo).

Los males entendido, las exageraciones parecen ser frecuentes en Condormarca su municipalidad parece no llevarse bien con el Centro de Salud, así como el medico, técnicas, obstetras tienen ciertas diferencias entre ellos. Si pasase algún “incidente” con ellas, aquí no habría justicia inmediata. Vuelvo a decir no existe policías, de comuneros no hemos escuchado hablar.

Este pueblo es catalogado como extrema pobreza, así mismo falta mucho por hacer, por trabajar, su plaza central esta abandonada no tienen iluminación, sus autoridades compran votos para su reelección pero no hacen nada para su desarrollo. No obstante, la poca gente que nos encontramos nos observa con atención y nos saludan aunque no los conozcamos.

En este segundo día el clima fue muy variable: garuaba, llovía salía el sol luego llovía, garuaba y seguía lloviendo.

La noche del jueves cenamos en casa de la Sra. Antonia Garra Coronel, una Sra. del lugar bien amable y de confianza, cualquier cosa para un futuro viaje en cuanto a la alimentación es una persona de quien confiar, su casa se ubica en la segunda cuadra del Centro de Salud en una esquina. Luego de cenar salimos con su pequeña nieta Mila, buscando a un arriero y acémilas para poder regresar a Calemar al día sgte. Eran aproximadamente las 8 de la noche y las calles eran demasiadas obscuras, unas tenues luces que salían de las casas le hacían dar una imagen de miedo en la oscuridad, además de escucharse a lo lejos el coro de mujeres cantando en la iglesia.

Me sorprendía como una niña de tan sólo 11 años Mila, podía tan fácilmente subir y bajar caminando tan tranquila con sus manitas en el bolsillo de su casaca estas empinadas, surqueadas y empedradas calles…

Preguntamos, llamábamos y todas las personas -que fueron muchas- no nos podían prestar las acémilas porque estaban lejos o tenían ya otro contrato, cuando llegábamos a sus casas, gritábamos a voz en cuello: Don Litoooo!, Doña Donaaaa!, Don Zacaríaaaas!, Doña Pashaaaa!....
Por supuesto, estas personas no vivían juntas; subíamos y bajábamos para ir a sus casas en medio de la oscuridad y con la luz blanca de la linterna que era nuestra claridad semiobscura de las calles.

Mila nos contaba mientras tanto del grito fuerte de un hombre que había escuchado hace unos momentos antes que nosotros saliéramos, nos hiso pensar que tal ves se hubiera caído por el accidentado camino o algo peor le hubiera pasado…

La pequeña señalo una casa con techo de paja y cuya mujer la conocen como la “mujer mula” porque algunas veces se le ve bien y de pronto encoge sus dedos y camina como si gateara gritando y arrojando piedras… no obstante creemos que esto más bien se tratara de un síntoma de epilepsia y no de brujería.

Seguimos caminando y tomando aire por la boca con fuertes latidos del corazón por las subidas de las empinadas calles. Nos asustamos con los ladridos muy fuertes y bravos de un perro que con mucho respeto cuidaba la casa de su amo…

Debo confesar que al salir de esta manera solos y acompañados de una niña en calles desconocidas obscuras y con el cielo estrellado, teníamos por momentos demasiado temor, sin embargo Mila nos acompañaba y nos confiábamos mucho en ella. La noche era cielo abierto innumerables estrellas un espectáculo que nunca en mi vida había visto, no había Luna llena sin embargo, podía diferenciar las estrellas jóvenes y las estrellas de edad madura por sus colores, de seguro con el programa Stellarium descargado del internet, me hubiese regocijado en el alma de ver los planetas acompañado de un buen telescopio.

Después de tanto intento fallido Mila se quedo pensando y llamo a una señora que paso cerca de nosotros como una sombra, el cual nos condujo a su papá… al fin encontramos a las personas que nos prestarían las acémilas mas un arriero para el día sgte. a la 1 de la tarde.

Viernes 27 de Mayo

Amanecimos temprano para alistar  el equipaje, el clima de Condormarca parecía no dejarnos ir, pues seguía garuando fuerte y nos preocupamos por el camino…

En Condormarca la gente vive feliz, acostumbrados al tipo de medio geográfico, sus animalitos están sueltos, caminan libres por las calles sin miedos de robos, sus pobladores se orientan muy bien por los lugares, pueblos o caseríos. Respetamos a esta gente, su resistencia física al caminar muchas horas, no cualquiera puede hacer esto –es admirable.

Nos da un poco de nostalgia regresar a Trujillo y dejar a buenas personas, amigos y amigas que hicimos en estos pocos días…

La verdad es que en este lugar si uno viene con lo necesario para una estancia, seria inolvidable.

12:30 del medio día
Después de almorzar en casa de la Sra. Antonia Garra mientras pagamos la alimentación, Doña Micaela y Don Augusto Vílchez estaban fuera del hospedaje alistando una acémila y un caballo para regresar a Calemar, esta vez nuestro arriero era un jovencito de 15 años, Joselito, de contextura y carita que más bien era la de un niño de 11 o 12 años de edad.

El equipaje era introducido dentro de dos costales negros, Doña Micaela decía que deben estar bien contrapesados, terminado esto, los sacos fueron cocidos y colocados sobre el caballo a ambos lados. Nos despedimos de ahora nuestros nuevos amigos con pena de no quedarnos más tiempo en Condormarca…

1:02 p.m.
Salimos del pueblo, las bajadas en forma de zigzag por las faldas del cerro donde fueron muy agotadoras y cansadas de ascender, esta vez son muy fáciles hasta divertidos; no es complicado sin embargo, descender se debe tener mucho cuidado porque puede lastimar el tobillo, siempre en mis caminatas me apoyo de una vara, puede ser un carrizo mas o menos de 1.70, esto ayuda mucho a las bajadas y subidas. Hasta cierto trecho nos acompaña una niña de nombre Yola, era una pequeña muy callada no decía ni una sola palabra, venia corriendo detrás de nosotros, ella se quedo al bajar el cerro donde se ubica el pueblo de Condormarca -ya que vive por ahí, Doña Micaela había encargado a Joselito que Yola vaya con nosotros para que llegue al camino de su casa -la gente desde muy pequeña conoce el camino-.

Mientras descendíamos sentíamos cierto aire de nostalgia mientras yo no paraba de tomar fotos… de pronto empezó a garuar, y esta se hizo más fuerte, la lluvia empezaba a mojar la ropa e hicimos una pequeña parada para ponernos plástico encima -como si fuesen ponchos para protegernos- y seguir avanzando. Desde luego, podéis imaginarte caminar con lluvia; mientras estas protegido con plástico teniendo sed, tanto para el caminante; como para aquel que monta una acémila y bordea el cerro por tan angosto, empedrado y grandes precipicios es muy peligroso y arriesgado… Después de un rato la lluvia desapareció.

Si en mi primera noche de descanso en el pueblo de Condormarca tuve “pesadillas” por el camino tan accidentado debido a una parte que tenemos que bordear el cerro de tan sólo 30 a 40 cms. de angosto para cruzar…, otra vez tuve que pasar por ese mismo lugar…

Bajamos, bajamos, rodeamos, bajamos, bajamos, subimos y subimos hasta llegar a Pampa de Nimpanita que es más fácil de caminar ya que es cuesta pero mucho más suave. Luego bajamos de la misma forma de todo el camiiiino, zigzagueando; terminado un cerro empezaba otro. La verdad es que pareciera que se trata de un sólo camino, sin embargo existen otros caminos que se juntan y de no conocer muy bien de seguro que uno se perdería…

A la distancia notamos el cielo nublado de Calemar… seguimos avanzando y las horas también… de poco a poco el atardecer entro y la noche completa nos enterró en medio del camino, la linterna que usábamos su luz ya no era tan buena, Joselito tenia una linterna más fuerte de luz, pero lo peor estuvo por venir… encontramos dos caminos en la oscuridad inmensa -la noche nublada sin Luna ni luces de ciudad a la distancia- entre cerros, arbustos y sonidos de insectos perdimos el rastro, el miedo de mi pesadilla la primera vez que supe del camino para ir a Condormarca y regresar a Calemar, se hacia realidad…

Bajamos para ir por la orilla del río Marañón, ya que era un camino (nosotros para ir a Condormarca pasamos por ahí) eran un poco mas de las 7 de la noche, caminar con acémila, un caballo dos personas y un niño en medio de la oscuridad nos empezaba a dar sensación de espanto por el peligro que uno piensa correr y lo peor, avanzamos y no encontrábamos el camino… tendríamos que regresar y ver por donde saldríamos… porque Joselito nos dijo por ahí es peligroso… confieso que teníamos sensación de espanto y miedo, éramos nuevos y no conocíamos este lugar  -Joselito había perdido el camino-.

Los pasos del caballo sobre las piedras y barro hacia parecer que venían siguiéndonos… y… sólo era oscuridad… dimos la vuelta para regresar. Caminamos ya apurados los zapatos se empezaron a despegar, el cansancio invadía los pies conjugados con una sensación de temor…

Encontramos una subida muy angosta a un camino, la acémila en que Gladis venía montando subió un poco y se puso nerviosa he hizo que se cayera y la arrastrara por un momento ya que la montura se había ladeado, Joselito inmediatamente tranquilizo a la acémila cogiéndole de la cuerda, mientras yo arriaba al caballo de tras de ellos para que suba con el equipaje… todo esto paso en segundos y en sombras… los animales que estaban con nosotros ya estaban cansados…

Pasado un momento por el gran susto y felizmente sin golpe severo alguno decidimos continuar, esta vez y gracias a Dios, era el camino… a Calemar. Joselito adelante con las acémilas Gladis y yo más atrás.

7:30 p.m.
La distancia a Calemar en la oscuridad parecía muy larga, las piedras se apoderaron del camino conjuntamente con algunas subidas, riachuelos, acequias y troncos de arboles -nos dijeron que bajar de noche para Calemar era difícil, ahora entiendo porque-.

Nuestra linterna alumbraba el camino para avanzar y saber donde pisar, y alrededor sólo era oscuridad; de pronto, agitados y apurados a llegar sentí un gran golpe en la cabeza que me hizo arrodillar por el impacto sobre el riachuelo y piedras mojadas del camino, lleve mi mano al dolor y vi mis dedos ensangrentados -me había hecho un corte-; déjame ver la herida escuche que Gladis me decía, no hay tiempo que perder avancemos le dije, mientras caminaba aturdido y a prisa en tanto ella insistía, Joselito se alejaba más y más de nosotros por avanzar. Mis pies me dolían ya que mis botas fieles acompañantes de caminatas de subidas y bajadas de viajes universitarios se habían roto y el carrizo que usaba como báculo ahora sólo era un pequeño bastón… se había quebrado por delgada que era al bajar la cuesta.

Sabíamos que estábamos cerca, este tipo de camino se nos hacia familiar… Gladis quería llevarme al Centro de Salud de Calemar por el corte en mi cabeza, le dije que no era muy grave, no sentía dolor; tal ves por las ganas de llegar a Calemar… hasta que al Fin… la primera casa (era la casa del medico de Condormarca el Sr. Guanilo), seguimos bajando por la calle principal, atravesamos raudamente su plaza central, Joselito nos pregunto donde?... más abajo le decíamos y continuamos… aún seguíamos en la oscuridad; pues el pueblo no tiene luz… escuchamos el ladrido de un perro a unos metros frente a nosotros, alumbramos con nuestras linternas… estábamos cerca del hospedaje…

8:20 p.m.
Doña Valentinaaa! grite una y otra vez mientras me acercaba… Doña Valentina, su hermano y su mamá salieron a recibirnos en la oscuridad de la calle confundida con la fachada de su casa hospedaje. Le salude cordialmente y con las ultimas fuerzas que teníamos pedimos hospedaje para tres y un espacio para la acémila y el caballo que llegaron agotadísimos también.

Guardamos los equipajes, nos aseamos y cenamos, mientras los animales también comían y descansaban abajo del hospedaje, en un espacio para las acémilas.

Sábado 28 de Mayo

Nos despertamos muy temprano, desayunamos y despedimos a Joselito dándole una pequeña propina y agradeciéndole mucho por orientarnos y traernos de vuelta a Calemar, Joselito debía volver a Condormarca, nos dijo que la acémila sin peso y el caballo, avanzarían en su regreso, muy rápido.

Gladis y yo fuimos a buscar y comprar unas zapatillas para mi, no encontramos mi medida pero me contente con un par de sandalias… fuimos por el equipaje, estábamos sobre la hora, lo bajamos solos hasta la entrada de Calemar, no sin antes despedirnos, y agradecerle a Doña Valentina por la hospitalidad…

8:30 a.m.
Cruzamos la serpiente de oro, al río Marañón, como le llamaba el escritor peruano Ciro Alegría, pagando el servicio de traslado llamado “la oroya”, este es un sistema de transporte de cables y sogas; notamos que el río había aumentado su cause por las fuertes lluvias -nosotros éramos testigos de eso-.

Ya en el otro lado del río, con el equipaje listo esperamos la camioneta para regresar a Huamachuco y partir a Trujillo -los fines de semana generalmente sólo va una camioneta, y un camión (este tarda mucho en salir de Calemar). Si se llenase la movilidad y no hay espacio para uno, no queda mas remedio que pernoctar en Calemar… hasta el día sgte.

Salimos de Calemar  aproximadamente las 9 de la mañana y llegamos a Huamachuco a las 3 p.m. con paradas alternadas, de almorzar en el lugar llamado El Pallar (el valor del plato de comida es variado, hay desde s/ 6.00) la otra parada fue debido a la policía de carreteras, que detiene al vehículo, pide documentos, hace alguna inspección y se continua el viaje (esto es debido a que la Pasta Básica de Cocaína es traída también de estos sitios).

La aventura del viaje de Calemar a Huamachuco es otra historia que la reservamos en la memoria de nosotros, pues adelanto que en tiempos de lluvia la rutas como nos dijeron es HORRIBLE y más costoso s/40.00 en camioneta y algunos casos se hace transbordo.

Aun en nuestro regreso estuvimos cerca de sufrir dos accidentes trágicos, la primera por causa del cansancio del conductor (pues conduce ida y vuelta de Huamachuco a Calemar), chocamos contra una roca y de no haber sido por Gladis que iba en la cabina junto al conductor, el cual despertó inmediato al ser jalado del brazo, nos podría haber pasado lo peor… y la segunda, pasando la Laguna de Sausacocha a poca distancia antes de llegar a Huamachuco, la camioneta acelerada sube la cuesta lista para dar la vuelta a una curva hacia la derecha, dos camiones también venían a velocidad hacia nosotros, una rápida maniobra del conductor nos salvo la vida…

De Huamachuco a Trujillo, conseguir movilidad es más fácil…ese mismo día en la noche estuvimos de regreso a Trujillo, de vuelta a casa…

No obstante al día sgte. después de descansar, comer y curar mis heridas, al caminar lento por el dolor que siento aún en mis tobillos producto de la caminata fuerte y sentir los labios endormecidos y listo para quebrarse por el frío que sintieron, me siento extraño… es tan marcada la diferencia de dos lugares en un mismo departamento…  Condormarca, Calemar, pueblos con 50 años de atraso en pleno siglo XXI… y en sus vías… es importante y prioritario su mejoría.

Recuerdo las palabras de un profesor cuando estaba de regreso: “quien no conoce la sierra liberteña, no conoce el Perú”…
Ahora siento en Trujillo la indiferencia de las personas que transitan por nuestro lado al caminar, sin saber del gran esfuerzo de nuestra raza… en la distancia más lejana… de nuestro espacio reducido de cemento y contaminación… de la indiferencia y mediocridad de las autoridades como de nuestra incapacidad de organización, pues la perdimos hace muchísimos años y ahora más que nunca… debemos ACTUAR. 
 
Por ©Frank Villanueva.

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